El sufrimiento de una pareja de jubilados franceses confinados en una casa rodante en Marruecos

Ambos jubilados salieron de Luzech, a finales de enero. “Primero atravesamos España con la casa rodante, en aquel momento, solo había unos casos de coronavirus. Luego pasamos algo de tiempo en Marruecos, hasta finales del mes de febrero”, cuenta a La Dépêche Yves Safourcade. Solo que las cosas se complican más tarde. El barco que tenía que llevarles de Tánger a España, fue cancelado debido al cierre de fronteras.

La pareja se encuentra finalmente atrapada en una casa rodante que se encuentra a orilla del mar, a dos horas en coche de Tánger, con otras casas rodantes que son en total unas 300, informa la misma fuente. Todos quieren volver a Francia y son impacientes. “No llegamos a contactar con la embajada y los consulados. Por fortuna, hay otros franceses en la misma situación que nosotros en el campamento. Nos apoyamos y nos ayudamos mutuamente, dice Yves.

Si algunos turistas tuvieron la suerte de subir a bordo de un barco para volver a su casa mientras se cancelaba la llegada de los transbordadores, no es el caso de los Lotois. “Algunos aprovecharon el barco para volver a su país, los británicos, alemanes e incluso franceses”, explica el octogenario. Prueban de nuevo suerte sacando un billete de 600 euros para los dos, con destino a Tánger-Genes previsto el primero de junio.

Mientras tanto, su nieta Emilie, que se encuentra en Montpellier, está preocupada. “No quieren que nos preocupemos, pero sabemos que no lo aguantan más. Viven en una casa rodante de 10 metros cuadrados; hace calor. Por fortuna tienen el aire acondicionado; pero mi abuela fue intervenida quirúrgicamente hace poco y tiene un tratamiento regular para los ojos” dice ella.