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Hace 25 años, la boda de Lalla Hasnaa

Lunes 23 de septiembre de 2019, por Bladi.es

Hace veinticinco años, precisamente el jueves 8 de septiembre de 1994, el Reino vivió un gran momento de celebración, que marcó a un miembro importante de la familia real. Lalla Hasnaa, la hija menor del Rey Hassan II de Marruecos, se casaba con Khalil Benharbit, Doctor en Medicina, especializado en Radiología. El palacio real de Fez, que había acogido la ceremonia, no había podido contener a todo el mundo.

En ese día memorable, 100.000 marroquíes habían hecho el viaje, recuerda Paris match. Vinieron desde las profundas arenas del Sahara a las escarpadas montañas del Rif y del Atlas, para llegar al palacio real de Fez, "con la simple esperanza de asistir a este espectáculo único y verla a ella, la princesa real, Lalla Hasna, 27 años, hija menor de Hassan II.

Para "preparar" a la novia a este día tan esperado, "vive retirada del mundo, encerrada con sus criadas para preparar las ceremonias", explica el periódico francés.

El día de la boda, la princesa había "dejado el negro y el verde de la espera para el blanco de la terminación". Mejor, el día anterior, su rostro permaneció oculto al mundo bajo el largo velo verde tradicional, una garantía de fertilidad para la futura esposa.

En el día tan esperado, en la mañana del jueves 8 de septiembre de 1994, la princesa recibirá más atención. En efecto, para prepararla para el deslumbrante desfile nupcial, las mujeres encendieron el incienso, decoraron sus manos y sus pies con signos recién dibujados con henna y la perfumaron con sándalo.

Lalla Hasnaa estará a la izquierda de su padre, para recibir ofrendas de los gobernadores y mayores del país, rodeada de las 200 jóvenes parejas que el rey ha casado.

Por su parte, el novio se queda un poco lejos. Se aisló con los amigos del Príncipe Heredero, Sidi Mohamed, y su hermano menor, Moulay Rachid. Entre ellos estaban la Sra. Sadat, hija del rey Hussein de Jordania, el príncipe tailandés Maha Vajiralongkorn y el rey Simeón II de Bulgaria.

Las festividades de esta boda, que pronto se convirtió en una verdadera fiesta nacional, continuaron durante cinco días y cinco noches, "encendiendo los corazones de todos los marroquíes, desde Fez hasta Rabat".